24/3/09

Cómo destruir el medio ambiente de una forma alternativa.

El uso de ametralladoras fomenta, sin duda, la violencia. Por tanto, es necesario sustituir todas las ametralladoras existentes por fusiles de asalto y así ya no habrá más violencia.

Digamos que este razonamiento, por más vueltas que le demos, no parece ciertamente muy convincente. En realidad, si alguien afirmase tal cosa podríamos pensar que nos encontramos ante una persona un poco tonta. Pero pensaríamos mal. No se trata de un tonto, sino de todo lo contrario. Simplemente hace falta tener un poco de perspicacia para comprender la razón de tales palabras.

Y es que de alguien que afirma tal cosa podemos decir que: 1) no tiene ningún interés en acabar con la violencia; y 2) obtiene algún beneficio con la proliferación de los fusiles de asalto… Es decir, que se trata simplemente de ¡un vendedor de fusiles! Aunque, claro, también cabe la posibilidad de que esto no sea cierto y que se trate, en verdad, de alguien rematadamente tonto.

Razonamientos como el anterior, aparentemente absurdos en un primer momento pero con un significado encubierto bien comprensible, son más vulgares de lo que parece. Podemos observarlos referidos a todo tipo de temas de actualidad. Y, más concretamente, en las discusiones sobre política energética.

El uso de combustibles fósiles, con sus emisiones de CO2, resulta perjudicial para el clima terrestre. Por tanto, es necesario sustituirlo por el uso de energías alternativas, para así preservar la naturaleza y el medio ambiente.

Este razonamiento parece perfecto e incuestionable. Nadie en su sano juicio podría oponerse a una argumentación tan clara y convincente. Pero bien, veamos con más detalle en qué consisten estas energías alternativas de que se habla y, más concretamente, cómo son aplicadas.

¿Estamos hablando de la energía nuclear, que genera residuos radiactivos y que constituye una terrible amenaza para nuestras vidas? ¿Hablamos de construir aún más centrales hidroeléctricas, quizás para acabar con los últimos ríos existentes? ¿De los generadores eólicos que son instalados casi siempre en el interior de espacios naturales protegidos? …Y esta terrible fatalidad ocurre incluso en la ubicación de las centrales solares, tan aparentemente inofensivas. ¿Hablamos también de los biocombustibles, esa nueva forma de agricultura intensiva destructora de suelo fértil y de más espacios naturales? ¿Son, por tanto, éstas las alternativas?

Es evidente que, en general, la utilización de energías alternativas resultará ventajosa para la conservación del medio ambiente. Pero también no cabe duda de que con la aplicación que actualmente se está haciendo de ellas, es decir, de forma irracional y sin ningún respeto por cualquier norma ambiental, resultan también bastante perjudiciales.

Las actuales emisiones de CO2 están provocando una alteración del clima del planeta, amenazando a la naturaleza y, con ello, amenazando también la propia supervivencia del hombre. Si se pretende reducir dichas emisiones es precisamente para proteger la naturaleza. Así, no parece muy inteligente reducir las emisiones recurriendo a otras fuentes de energía que, tal como son aplicadas, también destruyen alegremente la naturaleza. ¿No es esto lo mismo que sustituir ametralladoras por fusiles?

Cuando los principales gobiernos del mundo basan sus políticas energéticas en razonamientos semejantes, aplicados de tal forma, podemos decir que dichos gobiernos: 1) no están mínimamente interesados en proteger y conservar la naturaleza; y 2) son muy amigos de la industria de las energías alternativas, que por casualidad es la misma industria de siempre, es decir, la misma industria y el mismo capital que cada día, desde hace décadas, continúa a destruir irracionalmente el mundo.

Aunque, claro, también cabe la posibilidad de que nada de esto sea cierto y que se trate, en verdad, de gobiernos rematadamente tontos.

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