14/3/13

El poder del dinero o el dinero del poder.


Todo el mundo sueña. Ya sea despierto o dormido, todo el mundo sueña. Nadie se cansa de soñar. El sueño de un agricultor, por ejemplo, es tener cuatro primaveras por año y ver cómo la tierra produce suficiente alimento como para alejar para siempre el espectro de la escasez y del hambre. El sueño de un obrero es trabajar menos horas y dedicar todo ese tiempo al descanso, a la familia o a la educación. El de un pequeño comerciante es vender toda la mercancía y conseguir pagar así todos los gastos de su casa y su negocio. Por último, el sueño de una persona rica es… evidentemente, continuar a ser rica. En realidad, casi podemos decir que el sueño de cualquier persona es llegar a ser rica, aunque eso sea casi siempre un sueño imposible.

El requisito imprescindible para llegar a ser rico es tener dinero, mucho dinero. Pero ¿cómo se consigue toda esa cantidad de dinero? Los agricultores, los obreros y los pequeños comerciantes saben muy bien que por mucho que trabajen a lo largo de toda su vida, y muchos ciertamente llegan a hacerlo de forma esforzada y penosa, jamás llegarán a ser ricos. Tienen muy claro que no es trabajando que se consigue el dinero suficiente como para llegar a ser rico. Para eso es necesario algo más. Es necesario dominar la fuerza de trabajo de los otros. Es necesario, en resumen, tener poder.

Ya sea trabajando mucho o poco, o incluso nada, llegará a ser rica cualquier persona que consiga el poder de beneficiarse de forma continua del trabajo realizado por los otros. Y esto podrá hacerlo, por ejemplo, siendo el dueño de las tierras o de las fábricas donde trabajan. O gozando de una relación ventajosa en cualquier transacción comercial. O controlando el acceso exclusivo a un determinado bien o servicio. O incluso podrá hacerlo amenazando, robando y abusando de otras personas, o hasta creando un régimen tiránico. Todas estas son formas efectivas de obtener poder y de ganar mucho dinero, o mejor dicho, de hacerse con mucho dinero. El requisito necesario para ser rico es, por tanto, tener poder sobre los otros y su trabajo, tener poder social.

En una sociedad típicamente capitalista el poder es dinero y el dinero es poder. El dinero capitalista no representa el valor del trabajo realizado por una persona. Es simplemente una medida del poder y del dominio social. Una persona rica, por ejemplo, puede ganar en un solo día de trabajo la misma cantidad de dinero que una persona pobre gana en todo un mes. Así, cuando un rico compra un determinado bien por ese valor lo estará pagando con un día de trabajo, mientras que un pobre lo estará pagando muchísimo más caro, lo estará pagando con el salario de un mes.

De esta forma, sin existir ninguna regulación efectiva entre el valor del trabajo y el dinero que se recibe por él, sin existir tampoco un salario mínimo ni un salario máximo, el dinero que una persona recibe acaba por representar en muy escasa medida el trabajo realizado. Representa principalmente el poder o el privilegio social que se posee. Y esta situación injusta tiende a agravarse con el paso del tiempo. El dinero y los privilegios obtenidos por la clase social más rica se van acumulando progresivamente, se perpetúan y agigantan de una generación a otra. Y mientras tanto, el hambre y la miseria de los pobres se multiplican exactamente al mismo ritmo.

Como decíamos, el sueño de cualquier persona es llegar a ser rica. Pero para ello, esa persona tendrá necesariamente que abusar siempre de otras personas más pobres, tendrá que prosperar a costa de la creciente miseria creada a los otros. Y eso es, por supuesto, contrario a cualquier principio ético y a cualquier proyecto sostenible de sociedad. Así, cualquier persona mínimamente honrada y sensata debería abandonar de inmediato cualquier sueño de riqueza y debería empezar a soñar con otra serie de valores muy diferentes del dinero.

Debería soñar, por ejemplo, con valores como la tierra, la agricultura o la pequeña industria, con valores económicos que, siendo más tangibles, estables y seguros, están siempre menos sujetos a la ficción monetaria del dinero y del capital. Aunque sin duda deberán ser bien defendidos, pues el capitalismo también especula con la compra y venta de tierras o juega incluso con la expectativa sobre las grandes cosechas.

Debería soñar también con valores despreciados por la economía capitalista, como son el agua potable, la tierra fértil, el aire puro o el canto de los pájaros, como es un medio ambiente libre de productos químicos venenosos y desreguladores del organismo. Debería soñar, por tanto, con la protección y defensa de la naturaleza y de sus recursos.

Y debería soñar también con relaciones sociales de proximidad e igualitarias, como son la amistad, la vecindad, las asociaciones locales o los pequeños partidos cívicos. Debería soñar con defender la libertad y los valores constitucionales frente a estructuras políticas o económicas multinacionales que extienden cada vez más el enorme y despiadado poder de su riqueza.

No, no sueñe con dinero. El dinero capitalista es falso y engañoso. No representa ni el trabajo ni ningún otro valor real. En cambio, la amistad o el aire puro, por ejemplo, sí que son reales. No son dinero, pero son impagables. Sí, sueñe con esto. Sueñe con esto todos los días y con todas sus fuerzas.