2/7/09

La nueva cocina alienígena.

Son numerosas las novelas de ciencia-ficción que relatan la llegada a la Tierra de seres alienígenas provenientes de otros planetas. Estos alienígenas, debido a la avanzada y maravillosa tecnología que poseen, son normalmente considerados como seres superiores. Y como es natural, siendo seres superiores, los escritores de las novelas de ciencia-ficción acaban siempre por describirlos como seres muy parecidos a ellos mismos. Así, los seres alienígenas tienen casi siempre un aspecto humano, tal como los propios autores de las novelas. Poseen unos ojos grandes y miopes, tal como los propios autores de las novelas. Presentan una notable agudeza intelectual, tal como los propios autores de las novelas. Y están siempre muertos de hambre, …tal como los propios autores de las novelas.

Es frecuente en este tipo de novelas que los alienígenas, después de establecer un primer contacto amigable con los humanos, empiecen luego a comérselos con gran apetito. Los pobres humanos, aterrorizados, intentan desesperadamente escapar. Pero nada pueden hacer contra la superior tecnología de los alienígenas. Tarde o temprano acaban por convertirse en su merienda. ¿A qué se deberá el hambre asombrosa y desmedida que parecen poseer todos estos extraterrestres? ¿Por qué viajarán desde tan lejos sólo para comer un aperitivo? ¿Es que, teniendo una tecnología tan avanzada, es posible que les falte comida en su planeta? Pues bien, quizás el motivo por el que los extraterrestres andan siempre buscando comida es por ser demasiado parecidos a los humanos.

Desde siempre la humanidad se debatió con el problema del hambre. Y actualmente, a pesar de todos los esfuerzos, este problema se vuelve cada vez más grave y dramático, afectando a centenas de millones de personas. El hambre continúa a aumentar hoy en día en la medida en que no se pone freno al constante aumento de la población mundial. Pero también en la medida en que los recursos naturales necesarios para conseguir esta creciente necesidad de alimentos se degradan y se agotan.

Dejando a un lado la pesca, próxima ya del colapso, y la caza de animales silvestres, residual aunque devastadora, lo cierto es que la agricultura es la única fuente sostenible de alimento con que cuenta la humanidad. La ganadería, como es sabido, depende casi por completo de la agricultura o del cultivo de pastos para la obtención del alimento para el ganado.

La agricultura es, por tanto, nuestra principal y casi esencial fuente de supervivencia. Por ello, resulta evidente que necesitamos igualmente aquello que le es imprescindible: la existencia de un suelo fértil y de carácter sostenible. El suelo fértil es, por tanto, el bien más precioso de la humanidad, mucho más que el oro, los diamantes o el petróleo. Y sin embargo, entre todos estos bienes, es… ¡el más despreciado!

Aún hoy, en la proximidad de los núcleos urbanos, históricamente formados sobre terrenos fértiles, el suelo continúa a ser alegremente destruido y urbanizado. En las zonas rurales, los cultivos tradicionales son sustituidos por otros que, ignorando las condiciones locales, agotan rápidamente el suelo. Los agricultores, influenciados por una equívoca visión industrial de la agricultura, son además llevados a utilizar grandes cantidades de productos agroquímicos que acaban por destruir la fertilidad del suelo. Se dejan así de lado técnicas de aplicación sostenible de nutrientes y de barbechos. Por otra parte, los bosques y ecosistemas que regulan y aseguran el suministro de agua son sistemáticamente destruidos. De forma absurda, para intentar compensarlo, se crean por todas partes gigantescos e ilusorios sistemas de regadío que acaban por salinizar el suelo, volviéndolo igualmente estéril.

A nivel internacional, se promueve el comercio de toda la producción agrícola. Con ello acaba por cultivarse de forma intensiva aquello que en realidad no sirve a las poblaciones locales. Y éstas, volviéndose dependientes del exterior, muchas veces tienen que producir cada vez más, hasta agotar el suelo, para conseguir el mismo dinero. Además, entre estos cultivos intensivos, ganan hoy cada vez más terreno los biocombustibles y los cultivos destinados al ganado, con lo que la capacidad mundial de producir alimento se reduce de forma alarmante. Por otra parte, se extienden constantemente los cultivos a zonas y países donde el suelo es inadecuado para la agricultura, con lo que éste se pierde y el país acaba por desertificarse. Como resultado de todo esto, se calcula que actualmente cerca del 40% de las tierras agrícolas del mundo se halla en grave estado de degradación (IFPRI), estando su capacidad productiva comprometida.

Es evidente que, si tenemos algún interés en sobrevivir, todo el suelo fértil debería ser protegido sin excepción y el uso de prácticas agrícolas no sostenibles debería ser prohibido. ¿Será que en realidad tenemos ese interés?

Dentro de unos siglos, la humanidad quizás recorra el espacio en busca de planetas habitados. Pero no lo hará para entrar en contacto con civilizaciones extraterrestres. Lo hará simplemente para buscar comida. ¡Tengan pues cuidado, señores alienígenas! ¡No se dejen comer por esos terrestres muertos de hambre!

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