25/11/10

En las cumbres de la evolución.

En la base del árbol de la evolución se sitúan ciertos organismos unicelulares que dieron lugar a todos los demás seres vivos existentes en la actualidad. Estos organismos desaparecieron hace ya mucho tiempo, pero aún hoy es posible encontrar algunos organismos relativamente parecidos, con parte de sus características: son los llamados microorganismos termófilos, seres unicelulares que viven principalmente en fuentes termales, ocupando medios de elevada temperatura o acidez.

De aquellos organismos primigenios, similares a los actuales termófilos, surgieron tres grandes ramas evolutivas que dieron lugar a los tres grandes grupos de organismos existentes en la actualidad: las arqueas, las bacterias y los eucariotas. Los primeros, las Arqueas, son organismos unicelulares poco abundantes que habitan también medios muy extremos, como fuentes termales y ambientes salinos.

Las Bacterias, que son igualmente organismos unicelulares, se destacan por ser los seres vivos más abundantes de todos. Así, pueden ser encontrados en cualquier tipo de medio. Una parte significativa de las bacterias realiza la fotosíntesis y se alimenta de la luz solar, como ocurre con las llamadas cianobacterias. De éstas puede decirse que, hace miles de millones de años, fueron las inventoras de la fotosíntesis. Y así, produciendo oxígeno de una forma masiva, llegaron a cambiar la composición de la atmósfera terrestre. En realidad, aún hoy continúan siendo las principales productoras de oxígeno, estando presentes sobre todo en el fitoplancton marino.

El tercer grupo, los Eucariotas, generalmente unicelulares, tienen como principal característica el haberse formado a partir de la simbiosis de varios organismos unicelulares primitivos. Así, la célula típica de un eucariota posee en su interior mitocondrias y cloroplastos, que son, en realidad, dos tipos de bacterias simbiontes que fueron incorporadas, hace miles de millones de años, dentro de una célula eucariota primitiva. Los cloroplastos son bacterias muy próximas y semejantes a las cianobacterias. Las mitocondrias, en cambio, no tienen actualmente parientes vivos. Ni cloroplastos ni mitocondrias serían ya capaces de vivir sin formar parte de las células eucariotas.

Los eucariotas, sin embargo, no son únicamente seres unicelulares. Forman también organismos pluricelulares, como las plantas, los animales y los hongos. Y mientras las plantas conservaron los cloroplastos y realizan, por tanto, la fotosíntesis, los animales y los hongos los perdieron. Por ello, para alimentarse necesitan consumir la materia orgánica creada por otros organismos, como las plantas. Pero los tres grupos, plantas, animales y hongos, conservan las mitocondrias, responsables por la respiración, es decir, por la obtención de energía a partir compuestos químicos y de oxígeno.

Centrándonos en los animales, los más abundantes son los artrópodos, y dentro ellos las hormigas. Pero aquellos animales que llegan a alcanzar mayor tamaño son los vertebrados, como los antiguos dinosaurios y los modernos mamíferos. Estos últimos evolucionaron a partir de pequeños animales insectívoros, similares a musarañas, llegando a formar seres tan evolucionados como los cetáceos, donde se incluyen delfines y ballenas. Por el contrario, bastante próximo a aquellos pequeños insectívoros se encuentra el grupo de los primates, al cual pertenece el hombre.

Todo lo que se sabe sobre la evolución de los seres vivos se basa en descubrimientos científicos recientes, enunciados a lo largo de poco más de un siglo. Por ello, en el imaginario de muchas personas continúan persistiendo, aún hoy en día, toda una serie de leyendas y supersticiones acerca del origen de los seres vivos, de los animales y del hombre. Durante milenios, los seres humanos pensaron ser una creación de los dioses, en ocasiones incluso su creación favorita. De ahí que, al ser finalmente enunciada la teoría de la evolución, los hombres, por una cuestión de orgullo, intentaron de alguna forma conservar ese privilegio que ostentaban. Y así, se pasó a defender que el ser humano era la cumbre de la evolución.

Y mucha gente continúa a creer hoy en día en esta idea, a pesar de ser científicamente absurda. No existe, en realidad, ninguna cumbre en la evolución, pues la vida constituye una unidad, con todas las especies emparentadas y dependiendo unas de otras a través de los ecosistemas que ellas mismas crean. Además, si quisiésemos buscar algún protagonista, convendría recordar que, tanto en número como en importancia, las bacterias continúan siendo las formas de vida dominantes en nuestro planeta.

Aun así, si pretendiésemos poner al hombre en lo alto de alguna falsa cumbre evolutiva, convendría, al menos, decidir en qué cumbre querríamos ponerlo. Porque todas nuestras células tienen dos componentes esenciales: uno de ellos, el cuerpo y núcleo celular, procede de una célula eucariota primitiva; el otro, las mitocondrias, no son otra cosa sino bacterias. ¿El hombre sería, entonces, la cumbre de la evolución de los eucariotas primitivos o sería la cumbre de la evolución de las bacterias?

No hay comentarios:

Publicar un comentario