¿Será renovable? Pues bien, en realidad todo depende de la escala temporal que utilicemos. El petróleo se formó a partir de materia orgánica proveniente de pequeños organismos marinos que vivieron en la antigüedad. Fueron necesarios algunos cientos de millones de años, además de complicados procesos geológicos, para que esta materia se transformase en el combustible fósil que hoy conocemos como petróleo. Por tanto, podemos decir que, en el fondo, el petróleo es una energía renovable, pues se va formando, si la suerte acompaña, cada varios cientos de millones de años. Renovable sí… o quizás, pero claro, mejor esperar sentado.

Pero la forma en que se utiliza una determinada fuente de energía también condiciona sus efectos ambientales. Un uso extremadamente reducido y bien controlado del petróleo no llegaría seguramente a afectar de forma significativa al ambiente. En cambio, su uso masivo y descontrolado, tal como sucede en los días de hoy, está conduciendo al mundo a un terrible y devastador desastre ecológico.
Esto es lo que podemos decir en relación al petróleo. Pero sería importante hacernos exactamente el mismo tipo de preguntas en relación a todas las otras fuentes de energía, pues todas ellas son buenas, renovables, alternativas o ecológicas según se juega de forma irresponsable con el significado de estos conceptos. Sólo así podremos librarnos quizás de tanta confusión y de ser engañados tantas veces.
La energía hidroeléctrica, por ejemplo, es una energía renovable y amiga del ambiente dependiendo de su uso. Las pequeñas centrales hidroeléctricas son renovables y ecológicas. Pero las grandes presas y embalses no lo son, pues eliminan de forma irreversible todo el ecosistema fluvial y la riqueza a él asociado. Siendo utilizada desde muy antiguo, sólo podemos considerar a esta energía como alternativa en relación al hoy omnipresente petróleo.
La energía eólica no es una energía amiga del ambiente cuando se construyen grandes parques eólicos en zonas protegidas, creando con ello un fuerte impacto ambiental. Y lo mismo se puede decir de la energía solar si se pretende construir una enorme central solar en medio, por ejemplo, de un parque natural. Siendo también muy antiguas, podemos considerar a estas energías como alternativas atendiendo a las recientes y modernas tecnologías que utilizan actualmente.
La energía nuclear no es renovable, pues depende de la existencia de yacimientos minerales que están próximos a agotarse. Y ni siquiera es muy alternativa, pues en realidad necesita de mucha energía, generalmente proveniente del petróleo, para explotar, transportar y transformar esos minerales. Los desechos radioactivos, que duran milenios, no son tampoco amigos del ambiente ni de las futuras generaciones.
La tradicional leña de nuestros abuelos tiene ahora, por arte de magia, nuevos nombres: biomasa o biocombustible. Muchos bosques desaparecieron en el pasado para convertirse en leña. Y muchos otros están desapareciendo actualmente para convertirse en biomasa o en biocombustibles. El uso intensivo y voraz que se hace del suelo fértil convierte a esta energía, con demasiada frecuencia, en una energía no renovable.
En realidad, la energía solar y el uso que de ella hace la fotosíntesis constituyen el sistema energético más perfecto, limpio, eficiente y ecológico que se conoce. Pero atención, trate de aprovechar esta energía mientras pueda, pues nuestro astro rey sólo va a durar unos cuantos miles de millones de años más. Ni siquiera el sol es una fuente de energía completamente renovable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario